sábado, 30 de abril de 2016

Bauti espectador de ABUELA ELCIRA. Por Natalia Soliani

 Llegar a la sala teatral con Bautista casi dormido y sus papas no fue tarea fácil, sin embargo, él de 3 años 2 meses 16 días, se ubicó en un asiento de la primera fila. Yo intente sentarme más alejada pero al comenzar la función desistí. Ya a su lado lo observe. El miraba al frente, hacia el espacio teatral, con entusiasmo, con sorpresa, con “¿qué pasa aquí?”. No podía concentrarme en la obra porque en unos minutos específicos de los primeros momentos del inicio de ABUELA ELCIRA, Bauti cambio la expresión de su rostro y fue justo cuando a coro las actrices decían que era la historia de 3 generaciones donde el rol de la abuela es un vínculo potente hacia muchos mundos posibles, sobretodo en la vida de mi sobrino que no tiene sus abuelas cerca. 
Por eso reía y se lo veía feliz. 


A partir de allí frente al despliegue de los recursos poéticos y escénicos de la propuesta de CHINGARAS TEATRO, Bautista no dejo de sorprenderse, ni de estar su cuerpo predispuesto al acontecer teatral. Debo contarles, a modo de guiño de ojo y confesión también, que estuvo jugando previo a entrar a la sala de teatro por segunda vez en su vida. Y en este caso la hermosa sala de FRESCA VIRUTA, con un espacio poético acorde a las necesidades humanas, teatrales y de la niñez. 
Bautista se dejó llevar muy atentamente por la obra, en cada elemento que tomaba una forma y otra, abría y abría universos y mundos y Bautista “expectaba”: el relato, los colores, la música, las acciones, el sentir... 
 Miraba con sorpresa la luna sobre aquel cielo esa noche que las 3 generaciones dormían en el campo…. Miraba las piedritas, los cangrejos y los peces que fue donde por primera vez, dijo: “pez chiquito”, mientras éstos eran vistos en una ficción teatral frente a nosotros mientras la acción transcurría hacia la derecha del espectador entre abuela y nieta. Es que ese universo del cual le estaban hablando él lo conoce, claro está, con otros matices pero fue puesto allí para hacerlo sentir con el cuerpo. Volví la mirada sobre él y en un momento necesito taparse la boca, frente a la sorpresa de todo lo que estaba sucediendo. Sonreía y sonreía y por momentos también miraba a sus otros compañeros espectadores, con quienes seguramente descubría que compartía ese momento, ese encuentro y a veces frente a la participación de los otros, él volvía la mirada sobre mí y yo también sonreía, le sonreía. Éramos una sinfonía de vínculos e s p e c t a c u l a r e s: la obra, los espectadores y las miradas. 
Al taparse la boca frente a una situación que no recuerdo, la acción, me remitió a lo mismo que le paso en su primera expectación hace menos de un mes atrás, donde su cuerpo retrocedía pero su rostro no temía… la reacción corporal tomaba relieve sin ser los miedos u otras ansiedades las que lo movilicen, sino el arte escénico con ese mundo que propone. 
Finalmente aplaudía contento. Sus padres vinieron por él y no podíamos llevarlo a casa porque quería seguir jugando en una de las salas y también lo siguió haciendo cuando llego a su casa. No paro de jugar y ciertamente de recrear las situaciones que se fueron tejiendo en ABUELA ELCIRA con todas las posibilidades y construcción que esto significa, lo que había visto en escena. Se sumó un vecino y seguían jugando. Jugar y crear, crear y jugar y jugar y jugar…. Porque cuando jugamos existimos. 
Gracias ABUELA ELCIRA! Por esos pasajes tan tiernos, musicales, tan ricos en lo humano de ese vínculo que muchos conocemos y hemos disfrutado. Yo también me emocioné recordando a mi abuela Lidia y su amor al “vuelo”, por construir con nosotros los espectadores, una conspiración para un tipo de existencia con cada una de nuestras abuelas.

Natalia Soliani 
Lic. en Psicología. Estudiante de la Lic. en Teatro, UNC. Miembro de Gulubú: Espacio de reflexión y experimentación de teatro para niñas, niños y adolescentes.

domingo, 17 de abril de 2016

Comentario de "Abuela Elcira" por Miriam Palacio





“Abuela Elcira” una inspiradora obra teatral para pequeños y grandes espectadores, equilibrada, sumamente rítmica,  con un estético  despliegue escenográfico y  discurso directo fluctuando entre el pasado y el presente. Desde el mismo instante que abre el telón nos lleva por el sensitivo camino del amor.

Tres mujeres, tres generaciones, tres etapas de la vida: Elcira (abuela), Juliana (nieta), Matilde (madre de Juliana e hija de Elcira) juntas, una vez al año, de vacaciones en el campo, en la casa de Abuela Elcira se disfrutan; allí lejos de los timbres, la computadora, los relojes disfrutan y comprenden el mundo que las rodea. Personajes deliciosamente interpretados por el elenco de actrices de Chíngaras Teatro.

Una escena convertida en un monte lleno de pájaros y música, con olor a pan casero recién sacado del horno, con sonidos claros del agua del arroyo, y que con el paso de las horas con sombras cambia su atmósfera, de un negro brillante a un cielo poblado de estrellas, colaborando esas estrellas con  la construcción de la noción vida- muerte,  anticipatoria del ciclo natural de las  personas, de que el saber procede del tiempo y que todos somos memoria.

“Abuela Elcira” como todas las abuelas o abuelos a quienes tanto les gusta contar sus historias, que “de tanto contarlas se hacen de todos…”, y haciendo gala de su legítima herencia cultural oral, muy cerca de la vida, de los sentidos y de las emociones,  ofrece a cada espectador una experiencia singular y universal: volver a leer el mundo.

Felicitaciones por este trabajo para GIOVANNI QUIROGA (director, dramaturgo y vestuarista), JOSÉ QUINTEROS Y MARCOS SÁNCHEZ (realizadores y artistas plásticos de la utilería), CINTIA MORALES, IVANA ALTAMIRANO, VALERIA BELTRAMO (actrices y dramaturgas junto con Giovanni Quiroga).


Gracias IVANA ALTAMIRANO por convidarme a contar lo que vi! Éxitos siempre!



Miriam Noemí Palacio
Con formación en Literatura Infantil y Juvenil.
Coordinadora de Actividades Artísticas de la Feria Infantil del Libro Córdoba.


Córdoba, domingo 10 de abril de 1016